Escribir es una experiencia bien divertida. A veces cuesta iniciarla, nos da pereza poner en el papel -o en la pantalla del ordenador- las ideas que se nos ocurren. Pero, a menudo, una vez que nos ponemos en marcha esas historias hacen cola en nuestra imaginación para tomar la forma de un cuento, un relato, un poema, la crónica de un viaje...
Los alumnos de Iniciación a la Investigación de 1ºA y 1ºF probaron a ser escritores con ayuda de nuestra Pilar que les llevó al aula un taller de escritura. La situación extraordinaria que vivimos, ha interrumpido la experiencia que queríamos que se repitiese, que estábamos deseando que se repitiese. Pero hasta que podamos retomarla juntos, aquí os dejamos la muestra para que disfrutéis como lo hicimos nosotros.
Y, como regalo, Pilar nos deja leer sus escritos:
Media o entera
Buscaba su media naranja. La pretendieron hermosas piezas de limones, pomelos,
mandarinas y hasta piñas. A todas las rechazó. Media vida pasó buscando su otra mitad.
Hoy por fin se ha dado cuenta de que vive en un frutero rodeada de de frutas muy variadas
y que prefiere la compañía de las piezas enteras. ¿De dónde sacó que a ella le faltaba una
mitad de algo?
El error
Para siempre juntos. Le juró ella. Le prometió él. Se equivocó. ¿Por qué se pagan tan
caros estos errores? Siempre le han dicho que equivocarse es de sabios. Pero a ella el
error no la ha hecho más erudita; solo le ha servido para que el marido pinte de rojo y
morado en su piel.
Caperucita y el Lobo
-¿Dónde vas Caperucita? Le preguntó el lobo apareciendo de repente, sin conseguir
disimular la insalivación de su boca.
-¿Y a ti qué te importa desgraciado e inmundo reptil con cola? Seguro que a un sitio muy
lejano donde no llegue tu fétido aliento.
Mientras hablaba, se ató mejor el nudo de la caperuza roja, cerro de golpe la puerta del
Alfa Romeo último modelo y arrancó a toda velocidad mientras mostraba su más logrado
corte de mangas.
Conciliación familiar
-¡Aquí no se entra con las botazas sucias de barro ¡ ¡Que acabo de fregar!
Y los siete enanos empezaron a descalzarse diligentemente. Cuando ella no podía oírles
susurraron: —No conviene enfadar a Blancanieves o nos quedaremos sin cenar.
El príncipe Azul
Le contaron que vendría su príncipe azul, que cada niña tiene uno asignado. Que llegaría
montado en un brioso corcel y que juntos cabalgarían felices para siempre. Pero no le
dijeron que el príncipe se convertiría en un monstruo verde. Tampoco le enseñaron a
bajarse del caballo cuando este corría desbocado fustigado por el colérico jinete. Ahora
está intentando aprender a cabalgar sola y a reconocer a los príncipes azules que se
convierten en monstruos verdes.